Observaciones

Apuntes de símbolos y marcas anónimas en la ciudad perdida.



Es conocido que los símbolos son una representación gráfica que nos sirven para comunicar ideas, estados de ánimo, sueños, desconformidad política. Poco a poco cubren el espacio público e intentan disputarle al mundo de la publicidad, la atención de los transeúntes.

Las grandes transformaciones que ha experimentado las ciudades en los últimos decenios, son evidentes. En un primer momento fueron esenciales las actuaciones para regenerar espacios, con la intervención en calles y plazas, el esfuerzo en el equipamiento de la toda la ciudad y especialmente en las áreas periféricas donde había graves déficits urbanísticos, y la prioridad del proyecto urbano. La construcción de complejos habitacionales, carreteras, puentes, zonas industriales han adquirido una forma caótica, antiestética y antihumana. La ciudad ha perdido su capacidad atractiva, su erotismo, su capacidad de fascinación y lugar de pensamiento. Se hace necesario poner énfasis que la construcción de la ciudad no se deje solamente en manos de políticos, especuladores inmobiliarios y de tecnócratas, sino que cuente de manera esencial con la participación ciudadana.

Como concepto político, espacio público nos habla de una esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad, marco en que se supone que se conforma y se confirma la posibilidad de convivir democráticamente y como iguales. La esfera pública es, entonces, en el lenguaje político, un constructo en el que cada ser humano se ve reconocido como tal en relación y como la relación con otros, con los que se vincula a partir de pactos reflexivos permanentemente reactualizados.

Italo Calvino, señala en “Las ciudades invisibles”:

“¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y las ciudades infinitas son un sueño que nace del corazón de las ciudades invisibles. Se habla hoy con la misma insistencia tanto de la destrucción del ambiente natural como de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis enteras. La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza. La imagen de la “megalópolis”, la ciudad continua, uniforme, que va cubriendo el mundo. Lo que importa es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades. Las ciudades son conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos”.

Patricio Salinas A